La oficina Espacio Colectivo Arquitectos ha obtenido el tercer lugar en el concurso de diseño del Colegio Argelia II y el Centro de la Bici en Bogotá, Colombia. Buscando materializar la meta de la Alcaldía de Bogotá de construir 30 nuevos colegios y orientar el transporte de la ciudad hacia prácticas más sostenibles como la bicicleta, la Sociedad Colombiana de Arquitectos (SCA) y la Secretaría de Educación del distrito de Bogotá (SED) organizaron este concurso.
El Colegio y Centro de la Bici es el primero de su clase en Bogotá. Según las bases, serán "17.500 metros cuadrados para desarrollar ideas novedosas, que integren escenarios flexibles, adaptables a diversas necesidades y aprendizajes a niños y de la ciudadanía; un espacio para consolidar a Bogotá como una ciudad pionera en educación y movilidad sostenible, que se articula con iniciativas públicas y privadas".
Destacado por el Jurado por ser “una apuesta arquitectónica innovadora en donde la monumentalidad rescata la necesaria presencia de un colegio en la comunidad”, la propuesta ganadora del tercer lugar es entendido por los autores como un proyecto urbano "con un claro mensaje de inclusión para un entorno con alta deuda social, en donde es más significativo proyectar la educación como un acto constructivo".
Memoria oficial: A partir del reconocimiento de las condiciones ambientales del sector, las estrategias proyectuales utilizadas abogan por la integración ciudadana. Este equipamiento educativo indaga el alto compromiso con el entorno que tiene la arquitectura y su responsabilidad social, y se convierte en una oportunidad para mejorar la calidad de vida de los usuarios y de los habitantes del sector.
La ciudad y el proyecto urbano
Con la idea de que la función educativa del proyecto no puede estar aislada, ni espacial, ni pedagógicamente de la ciudadanía, el equipamiento debe entenderse como un proyecto urbano. Su condición mixta integra usos de diferente carácter pedagógico y resuelve a la vez, lo sectorial y lo metropolitano con un claro mensaje de inclusión para un entorno con alta deuda social, en donde es más significativo proyectar la educación como un acto constructivo.
La huella en la trama: La ciudad limitó la huella dinámica del meandro del río Tunjuelo y es responsable de la baja sinuosidad del río. El proyecto extiende la zona de protección normativa y adopta una implantación ondulante, continua y respetuosa con el borde, que le permite al equipamiento ampliar estas zonas verdes de amortiguación como una extensión para su uso colectivo, acercando las personas a la ronda del río.
Del río hacia la ciudad: El vacío urbano es una oportunidad para convertir un contexto ambiental que solo actúa como limite de la acción humana, en una estructura de espacio público disponible, transitable y permeable que le da sentido al uso colectivo del borde, y que introduce la naturaleza y el río en la ciudad. Esta estrategia impulsa un modelo de intervención asociado a la recuperación ambiental de los vacíos urbanos del sector que aún están expectantes.
De la ciudad hacia el río: La ronda del río Tunjuelo también es una oportunidad para acercar la ciudad al río. Más allá de ser una franja de amortiguación, el espacio público del borde tiene el potencial para ser un frente de agua, donde los ciudadanos visibilizan el río y crean la conciencia ecológica necesaria para fomentar altos niveles de apropiación y empoderamiento para su protección.
La ciudad educadora: El proyecto destaca la dimensión urbana de la educación y apuesta por recuperar el derecho a la ciudad a través de un equipamiento educativo ambivalente, de gran disponibilidad y apertura en el entorno. Es una obra urbana que al visibilizar los valores ambientales del lugar y promover la interacción social, afirma “el valor colectivo de la acción educativa como el instrumento más adecuado en la construcción de ciudadanía”.
Lo arquitectónico y el umbral
La transición: El proyecto enfatiza la búsqueda de lo intermedio. Superar la tendencia a la división de la realidad en extremos enfrentados es una apuesta por alinearse con la realidad social actual del país, donde el postconflicto y la construcción de la paz, propenden por la integración ciudadana, la búsqueda de inclusión y la aceptación de la diversidad.
El proyecto, más que profundizar la noción de los opuestos, se define como un dispositivo de fenómenos dobles y ambivalentes. El proyecto es a su vez: Parte y Todo, Público y Privado, Atrás y Adelante, Adentro y Afuera, Individual y Colectivo, Formal e Informal, etc. Estas transiciones son los espacios propios de la acción social y se hacen a través de umbrales que vinculan las áreas del colegio con el espacio público. Son “espacios con interfaces pedagógicas en puente con el entorno”
La disponibilidad: El proyecto, como todo equipamiento educativo de uso público, debe ser un edificio disponible en todo momento. La planta urbana que soporta los usos de mediación con el entorno es continua para integrarse con el parque de la Bici. Esta operación de circundar el encuentro entre el frente a la ciudad y el frente al rio, le permite al proyecto amplificar el rango de uso de sus espacios complementarios y ofrecerlos en distintos momentos del día a la comunidad.
La construcción de espacios de encuentro de calidad, abiertos y disponibles a la ciudad, que multiplican el contacto y el diálogo visual entre las personas, precisa de actuaciones que diluyan los límites, por eso es importante para el proyecto que las barreras sean transparentes, flexibles y móviles, que puedan integrar los ambientes de aprendizaje sin evidenciar una noción de control. Esta es una estrategia que busca superar las polaridades y también diluir las diferencias entre los ciudadanos.
Acciones
La plataforma: El proyecto propone una plataforma topográfica plegada hacia las esquinas donde se albergan usos comunitarios como los parqueaderos públicos de bicicletas, las canchas y el acceso público al Teatro. Un sistema de pórticos estructurales apoya las losas inclinadas a manera de pliegues o relieves, que son ideales para hacer circuitos y recorridos lúdicos sobre ruedas, y son disponibles como balcones urbanos para el ocio y el encuentro de la comunidad.
El Centro de La Bici: Con la necesidad de hacer ilustrativo el uso de la bicicleta, el edificio dispone las rampas de acceso en el perímetro. Esta operación garantiza la presencia de las bicicletas desde los conos visuales internos y externos del edificio. La intervisibilidad resultante es posible por medio de paneles de celosías en GRC que garantizan la transparencia y la durabilidad de la fachada.
El Colegio Argelia II: El edificio se plantea como un conjunto de espacios de aprendizaje formales e informales, en una retícula ortogonal modulada de dos naves que se insertan dentro de un gran perímetro circular, conformando una secuencia de patios intersticiales y definiendo el cerramiento del colegio. Con la idea de multiplicar el uso y ampliar su rango de disponibilidad, el proyecto separa estratégicamente las áreas de aprendizaje de las áreas de apoyo, como son las canchas, la cafetería, la biblioteca y el teatro, para que puedan ser aprovechadas por la comunidad en horarios que no afecten las actividades del colegio.
Arquitectos
Ubicación
Bogotá, ColombiaDirectores de proyecto
Carlos H. Betancourt, Aldo Marcelo HurtadoEquipo de diseño
Ángela María Andrade, Vanessa Toro, Carolina Sánchez, Juan S. Ramírez, Julián Londoño, Juan Pablo González, Jessica Rojas, Daniela Bolaños, María Fda Soler, Miguel Canaval, Germán Rosero, Sofia Zuluaga, Laura Urueña, Maria A. Mora, Felipe Bessolo,Diseño gráfico
Carlos OsorioPremio
Tercer LugarAño Proyecto
2017Fotografías
Courtesy of Espacio Colectivo Arquitectos